It’s all about the relationships

Volunteer trips can take many forms. Sometimes volunteers make lasting connections with local people, and other times they leave without building a lasting relationship. As Karen Graves explains below, the volunteer trips organized by the Tandana Foundation fall into the first category.  In the following blog, Graves shares her experience volunteering in Ecuador with Tandana, where she developed many friendships working alongside community members, as part of the Ohio Master Gardener trip this year. 


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“Good work can happen in isolation, but GREAT work can only happen in collaboration.” – Author unknown

On the first of February, 2019, I joined a group of like-minded gardeners from Ohio and flew to Ecuador with the plan of “planting trees.” Sixteen Master Gardeners, horticulturalists, and garden enthusiasts flew from different points in Ohio, meeting one another – some for the first time—traveling to Otavalo, Ecuador, eager to dig into the earth and share an adventure.

In many cases, volunteers entering a new community can offer much help and support when guided by the needs and requests of the community itself. However, it is also common that visitors to a community complete their volunteer work, then return to their home community without having made strong connections or developing an understanding of the connections that can exist between the communities. This is where the carefully scheduled programming of the Tandana team and their Ecuadorian allies veer from standard volunteer expectations.

We began our work on Sunday at the farm of Matias Perugachi. Not only is Matias a good friend and long-time supporter of the Tandana Foundation, he was also the long-time manager of the UCINQUI (Union of Indigenous Communities of Quichinche) native tree nursery in Achupallas, Ecuador. This long-standing partnership with a passionate farmer and environmentalist served us all well. At his farm and following his guidance, we spent our first morning twining bean stems and tendrils around the neighboring young corn plants and weeding the corn rows so that the crop of corn, beans, and squash could flourish. On subsequent days, under Matias’ continued tutelage, we traveled to the nearby weather station and planted over 160 trees, with the hope that they would provide much needed soil and water retention. In addition, we planted 30-plus herbs (“medicinals” as they were called in Ecuador as they are used not only to flavor food but also to treat ailments from stomach aches to headaches to sleep problems), replacing weeds and non-productive ground cover with useful plants for the family of the meteorologist at the station. Americans and Ecuadorians, working side-by-side, found a common language in the hard work, sweat, and thirst that go into replenishing the earth. If this was the sole outcome of our work, I would have been delighted and quite satisfied. But there was more!

Throughout the week, Tandana guides toured us through a bird sanctuary, the polylepis forest situated side-by-side with the endangered frailejones, and provided us amazing vistas of the beautiful volcanoes and mist-filled valleys of the region. We were introduced to indigenous customs, to a chef and her cooking school, to the many children, teachers and staff at a local school, and to numerous families and experiences that enriched each day. This is where I found the true value of the experience. In my view, when visiting a new country, it’s all about the relationships.

The Tandana team has partnered with local farmers, cooks, healers, and families to create a welcoming experience for volunteers that focuses on the creation of bonds and relationships that will be remembered at least as long as the time it takes for herbs to take root and trees to grow tall. When volunteering, a key element is learning how to work and communicate with one another, how to improve environments that can ultimately help us all, and how to overcome challenges that crop up in any community’s life space. It is through these relationships that individuals on both sides are more able to be productive, happy, and see through differences. Building neighbor-to-neighbor connections is crucial to community development. Without building relationships, the work is a much smaller drop in a very large bucket. With relationships, seeds are not only planted in the soil, but also in our hearts, allowing a growing arc of associations that bridge barriers, miles, and differences throughout the years.

Without a doubt this week in and around Otavalo, Ecuador has fostered new relationships for me and my Ohio team. I look forward to the opportunity to build these friendships well into the future.

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Se trata de las relaciones

Los viajes voluntarios pueden tomar muchas formas. A veces los voluntarios hacen conexiones duraderas con la gente local, y otras veces se van sin establecer una relación duradera. Como explica Karen Graves a continuación, los viajes de voluntarios organizados por la Fundación Tandana se ubican en la primera categoría. En el siguiente blog, Graves comparte su experiencia como voluntaria en Ecuador con Tandana, donde desarrolló muchas amistades trabajando junto a miembros de la comunidad, como parte del viaje de Ohio Master Gardeners este año.

“Buen trabajo puede pasar en aislamiento, pero GRAN trabajo solo puede pasar en una colaboración.”-Autor desconocido

El 1 de enero, 2019, me hice socio de un grupo de jardineros con ideas afines de Ohio y viajé a Ecuador con un plan de “plantar árboles”. 16 jardineros expertos, horticultoras, y entusiastas de jardines volaron desde puntos diferentes en Ohio para conocer los otros, algunos para la primera vez, y viajar a Ecuador, ansiosos para cavar en la tierra y compartir una aventura.

En muchos casos, los voluntarios que llegan a una comunidad nueva pueden ofrecer mucha ayuda y apoyo cuando siguen los necesidades y pedidios de la comunidad misma. Sin embargo, es muy común también que los visitantes de una comunidad terminan su trabajo y después regresan a sus propios comunidades sin hacer una conexión fuerte, o sin desarollar un entendimiento de las conexions que pueden exisitir entre las comunidades. En esta manera, los programas de la Fundación Tandana, con sus horarios bien programados, cambian de dirreción de las espectativas normales de voluntarios.

Empezamos nuestro trabajo el domingo en la chagra de Matias Perugachi. Matias no solo es un buen amigo y partidario de hace mucho tiempo de la Fundación Tandana, sino habia sido por mucho tiempo el director también del vivero de árboles nativos de la UCINQUI (Unión de las Comunidades Indígenas de Quichinche) en Achupallas, Ecuador. Esta asociación antigua con un agricultor y ecologista apasionado nos sirvió bien. En su granja, según su orientación, pasamos la primera mañana entrelazando los tallos de frijoles y los zarcillos alrededor de las plantas jóvenes de maíz, y deshierbando las filas de maíz para que los cultivos de maíz, frijoles, y sambos pudieran florecer. En los días posteriores, bajo la tutela de Matias, viajabamos a la estación meteorologico y plantamos más que 160 árboles, con la esperanza que proveerán la tierra y la retención de agua muy necesaria. Además, plantamos más que 30 hierbas (se llaman “medicinales” en Ecuador, porque las utilizan no solo para sazonar la comida sino para tratar las enfermedades del estómago o dolor de la cabeza o problemas con dormir), para reemplazar las malas hierbas y las plantas improductivas con plantas útiles para la familia del meteorólogo y su familia de la estación. Los Estadounidenses y los Ecuatorianos, trabajando uno al lado del otro, encontraron una idoma en común en el trabajo duro, el sudor, y la sed, que necesitan para rellenar la tierra. Si esto fuera el único resultado de nuestro trabajo, yo estuviera contento y satisfecho, pero había más!

Por toda la semana, los guías de Tandana nos dieron los recorridos por un santuario de aves, el bosque de “polylepis” ubicado a lado de los frailejones, plantas en peligro de extinción, y nos proveyeron con las vistas increíbles de los volcanes y los valles de neblina de la region. Nos presentaron a los costumbres indígenas, a un chef y su escuela de gastronomía, a todos los niños y profesores de una escuela local, y a muchas familias y experiencias que enriquecía cada día. Esto es donde encontré el valor verdadero de la experiencia. En mi vista, por viajar a un país nuevo, siempre se trata de las relaciones.

El equipo de Tandana ha formado parejas con granjeros, cocineros, shamanes, y familias locales para crear una experiencia de bienvenida para los voluntarios que enfocan en la creación de vínculos y relaciones que estarán recordados por todo el tiempo que necesitan las hierbas para echar raíces y los árboles para crecer altos. Cuando ser voluntario, un elemento necesario es aprender como trabajar y comunicar entre todos, como mejorar los ambientes que nos beneficia a todos nosotros, y como superar los retos que se presentan en todas nuestras vidas. Por estas relaciones, los individuos de los dos lados son más capaz de ser productivos, estar contentos, y superar las diferencias. Construir las conexiones entre vecinos es crucial para desarollar la comunidad. Sin construir las relaciones, el trabajo tiene un efecto mucho menos. Con las relaciones, no solo plantamos las semillas en la tierra, sino en nuestros corazones también. Esto permite que crezca el arco de asociaciones que conectan a traves las barreras, millas, y diferencias por los años.

Sin duda, esta semana en Otavalo, Ecuador, ha promovido nuevas relaciones para mi y mi equipo de Ohio. Espero la próxima oportunidad para seguir construyendo estas amistades mas en el futuro.

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Tout est question de relations

Les voyages de bénévoles peuvent prendre plusieurs formes. Parfois, les volontaires nouent des liens durables avec les gens locales et d’autres fois, ils partent sans nouer de relations durables. Comme Karen Graves l’explique ci-dessous, les voyages de volontaires organisés par la Fondation Tandana entrent dans la première catégorie. Dans le blog suivant, Graves partage son expérience de bénévolat en Équateur avec Tandana, où elle a noué de nombreuses amitiés auprès des membres de la communauté, dans le cadre du voyage organisé par les Ohio Master Gardeners cette année.

“Un BON travail peut s’accomplir individuellement, mais un EXCELLENT travail peut seulement peut s’accomplir dans la collaboration.” -Auteur inconnu

Le 1er février 2019, j’ai rejoint un groupe de jardiniers de l’Ohio aux idées communes et nous nous sommes envolés pour l’Equateur avec l’objectif de « planter des arbres ». Seize maîtres jardiniers, horticulteurs et amateurs de jardins venus de différents coins de l’Ohio, se sont rencontrés (certains pour la première fois), pour voyager à Otavalo en Equateur, désireux de creuser dans la terre et partager une aventure.

Dans plusieurs cas, les bénévoles qui entrent dans une nouvelle communauté peuvent offrir beaucoup d’aides et de soutiens quand ils sont guidés par les besoins et les demandes de la communauté elle-même. Néanmoins, c’est aussi commun que les visiteurs d’une communauté fassent du bénévolat et retournent ensuite à leur maison sans avoir créé des liens forts ou développe une compréhension de liens qui peuvent exister entre les communautés. C’est ici que l’horaire soigneusement établi de l’équipe de Tandana et de leurs allies Equatoriens s’est éloigné des attentes ordinaires de bénévolat.

Nous avons commencé notre tâche le dimanche à la ferme de Matias Perugachi. Matias n’est pas seulement un bon ami et un supporteur de longue date de la Fondation Tandana, il avait aussi été le directeur de la pépinière de l’UCINQUI (Union of Indigenous Communities of Quichinche) a Achupallas en Equateur. Ce partenariat de longue date avec un cultivateur passionne et environnementaliste nous a tous bien aides. A sa ferme et suivant ses orientations, nous avons passé notre première matinée à tordre des tiges et des vrilles de haricots autours de jeunes plantes de mais et à désherber les rangées de mais pour que les récoltes de mais, de haricots et de courges soient plus abondantes. Les jours suivants, toujours sous l’autorité de Matias, nous nous sommes rendu à la proche station météo et avons plante 160 arbres, avec l’espoir qu’ils fourniraient le sol recherché et la rétention de l’eau. De plus, nous avons plante plus de 30 herbes (« médicinal » comme elles étaient appelées en Equateur comme ils ont l’habitude non seulement d’aromatiser la nourriture, mais aussi pour traiter les maux de ventre et de tête et les insomnies), pour remplacer de la mauvaise herbe et la couverture du sol non productive avec des plantes utiles pour la famille du météorologue a la station. Les américains et les équatoriens, travaillant côte à côte, on trouve une langue commune dans le dur labeur, la sueur et la soif qui entrent dans la restauration de la terre. Si ceci était l’unique résultat de notre travail, j’aurais été enchante et très satisfait. Mais il y avait plus que ça !

Au courant de cette semaine, les guides de Tandana nous ont offert une visite guidée dans le sanctuaire d’oiseaux, la forêt de polylepis situes cote a cote avec les frailejones en voie de disparition et nous ont offert de magnifiques panoramas de beaux volcans et des vallées de la région remplis de brouillards. Nous étions entraines aux traditions indigènes, au chef et son école de cuisine, a plusieurs enfants, enseignants et personnel a l’école locale et aux nombreuses familles et expériences qui rendaient chaque jour spécial. C’est là où j’ai trouvé la vraie valeur de l’expérience. De mon point de vue, quand il s’agit de visiter un nouveau pays, il est totalement question de relations.

L’équipe de Tandana avait conclu un partenariat avec les fermiers locaux, les cuisiniers, les guérisseurs et les familles pour créer une expérience d’accueil pour les volontaires qui est focalisée sur la création des liens et des relations qui vont au moins garder en mémoire aussi longtemps que cela prend pour les herbes pour avoir des racines et pour les arbres de croitre. Quand faisant du bénévolat, l’élément important est d’apprendre comment travailler et communiquer avec les autres, comment améliorer les cadres de de vie qui, en fin de compte, nous aident tous, et comment aller au-delà des enjeux qui surgissent l’espace de vie de la communauté. C’est à travers ces relations que les individus dans les deux camps sont plus capables d’être productifs, heureux et de voir a travers des différences. Sans construire les relations, le travail est tel une petite goutte dans un large bassin d’eau. Avec les relations, les graines sont non seulement plantées dans le sol, mais aussi dans nos cœurs, permettant un cercle grandissant d’associations qui jettent le pont entre les barrières, les distances et les différences à travers les années.

Sans aucun doute, cette semaine dans et autour d’Otavalo en Equateur a renforcé de nouvelles relations pour moi et mon équipe d’Ohio. J’attends avec impatience la prochaine occasion pour mieux renforcer ces liens d’amitié dans le futur.

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