My Kichwa culture through the generations

The Kichwa community of El Panecillo is located 20 minutes from the city of Otavalo and has been inhabited mainly by indigenous people. I was born here more than 30 years ago. It is my favorite place because I have many memories here from childhood.

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Mi cultura kichwa a través de las generaciones

Comunidad Kichwa El Panecillo se encuentra ubicado a 20 minutos de la ciudad de Otavalo, está habitada mayormente por indígenas, aquí nací yo hace más de 30 años, es mi lugar favorito porque aquí tengo muchos recuerdos desde la infancia. Cuando era niña solía correr por el campo verde y sus caminos largos, cuando llegaba cerca de colina encontraba frutas silvestres, escuchaba el canto de las aves y miraba unos lindos pájaros bebes en el nido. Cuando mi papá salía con los animales al campo corría de tras de él para ayudar con los ganados y era el momento que aprovechaba para enseñarme una planta medicinal o me ayuda a alcanzar las frutas silvestres, mi papá siempre me enseñó a cuidar los animales en especial no molestar a los pajaritos que viven en el bosque, porque son indefensos, al igual que las plantas no arrancar sus lindas flores.

El lugar donde vivo era una pequeña finca, eso quiere decir que teníamos una patrona, por ello en mes de julio hacíamos la actividad de cosechar maíz, entonces toda la familia y algunos vecinos se integraban para ayudar, esos días eran muy soleados y yo me sentía muy cansada, pero la patrona siempre me traía caramelos para animarme ya que yo era la única niña pequeña. Desde niña aprendí a trabajar duro en el campo junto a mi familia.

La patrona siempre me miraba con admiración “eres muy pequeña pero trabajas muy bien, me gusta como lo haces” – decía y me regalaba un dólar de propina, (porque soy niña y no me pagaba el diario) otras veces me sentaba junto a ella y se ponía a observar mi traje típico, me preguntaba como se llama cada prenda de vestir y porque lo uso de la manera como estoy puesta, cuando finalmente llegaba a los pies me decía: “tienes los pies más fuertes que ninguna otra persona porque siempre estas descalzos y nunca te quejas que te duelen o que el suelo está demasiado caliente y ya no quieres caminar”, sus palabras me hacían sentir orgullosa de todo lo que soy, nunca me hizo sentir de menos, después de mirar mi vestimenta me decía: hoy te tomare la lección de la escuela y era la tabla de multiplicar porque quiero asegurarme que estas estudiando y poniendo atención a la profesora, porque tu cuando termines la escuela tienes que ir al colegio es muy bueno porque vas a aprender muchas cosas nuevas y vas a conocer muchos profesores.  

La patrona tomaba mis manos y decía ¡haga puño, haga puño! Mira tus puños se ven muy fuertes ¿sabes porque las tienes fuertes? Porque tu te alimentas del campo, por ejemplo: comes mote, frejol, quinoa, alverjas, habas, col, verduras frescas de la huerta, y nombraba muchos alimentos más, insistía; ustedes comen alimentos muy ricos, sanos y nutritivos, por eso ustedes son sanos, fuertes e inteligentes, se alimentan de la Pachamama, no porque son runas comen del campo, sino porque se consideran hijo de la madre tierra. ¡Sigue alimentándote bien!

La patrona me hablaba cuando me sacaba la umawatarina (tela rectangular color negro con francas blancas, para amarrar en la cabeza), te ves bonita con eso, sin la umawatarina te dolerá la cabeza por el sol fuerte que está haciendo y si te sacas la fachalina (tela negra rectangular para cubrir el torso) tendrás frio al poco tiempo porque el sol ya está por ocultarse. Entonces me volvía a poner rápidamente, cuando había un poco de tiempo me preguntaba y me miraba como me hago el anaco (tela negra rectangular que sirve para cubrir de la cintura hasta el tobillo) y decía ¡la faja se ajusta duro y duro en la cintura para que tengas fuerza para cargar maíz! (Faja es como cinturón largo tejida en telar).

La patrona recibía mensajes en kichwa de los trabajadores, aunque no se comunicaban bien por la dificultad del idioma se comprendían por medio de señas, en secreto me preguntaba la patrona que quiso decir tal trabajador, a veces podía explicar y otras veces no, entonces nos reíamos o algunas veces se enojaba cuando no estaba de humor. Aquí entendí la importancia de aprender mas idiomas sin dejar de lado mi lengua materna.

La patrona de 80 años de edad y yo de 8 años pasaba tiempo con ella y me contaba cómo se vestían los hombres y las mujeres cuando ella era niña, y me decía que hoy se ven diferentes, tal vez se sienten más cómodos, porque han mejorado sus prendas de vestir con sus diseños han agregado algunas cosas y otros lo han quitado, sin embargo, siguen manteniendo sus costumbres, tradiciones, idiomas e ideología indígena. Me gustaría que la siguiente generación siga manteniendo y aprendiendo los saberes ancestrales, es importante para la vida, para vivir con sabiduría y comunicarse con la madre naturaleza, ella dijo esto porque junto con mi abuelo planificaban las fechas de siembra, deshierba y cosecha, ella revisaba su almanaque mientras mi abuelo estimaba los días buenos con mirar a la madre luna, así se comprendían bien. 

La patrona era una señora brava pero muy respetuosa de la cultura indígena, fue una de las personas que me enseño a valorar mi cultura, mi vestimenta y la cosmovisión indígena, desde niña tuve la suerte de crecer con amistades de mestiza, lo que me ayudo a tomar conciencia, entonces sigo practicando mi vivencia con mucho amor y orgullo, todos sus consejos han sido útil para cuando me toco salir a la ciudad de Otavalo, salí a la ciudad cuando empezaba a estudiar el colegio, cuando me encontraba con alguna situación siempre me defendí diciendo que soy indígena y que en campo se vive así – siento que la patrona me preparo para la vida-. Es así que cuando me toco estudiar universidad en otra ciudad más lejana, nunca me avergoncé de llevar mi avío, un poco de comida para saciar el hambre, o si llevar avío no era de pobres sino porque es costumbre de runas para calmar el hambre en el lugar donde se encuentre y lo mas hermoso es compartir con las personas que conocemos y nos encontramos.  

A pesar que la patrona falleció a sus 92 años, le dejo una herencia a su hijo justo la casa hacienda, hasta el día de hoy seguimos cuidando la casa hacienda de los dueños de Quito y tenemos una muy buena amistad, aunque no nos obligan a trabajar como en los años pasados, a mi familia nos gusta sembrar en aquel lugar y el maíz que cosechamos nos permiten tomar para la alimentación de la familia, porque ahora la distancia del terreno es muy corta a diferencia de años pasados.

Hace más de un siglo atrás, llegaron las nuevas modas y con ello nos tocó a culturalizarnos, donde empezamos a utilizar gorras en lugar de sombrero y umawatarina, los llamados lazos para agarrar el pelo, el cual remplazo la cinta (similar a un cordón ancho que envolvía el pero largo), se vistieron con chompas hombres y mujeres jóvenes, dejando de lado las mujeres el reboso (tela rectangular de color celeste o rosado que servía como bolso) y los hombres el poncho (tela cuadrada y gruesa tejida en telar, con un hueco en la mitad por el cual se mete la cabeza y tapa los brazos y el torso), podía verlos vestirse de jeanes apretados, las jóvenes, eso era difícil de entender para los mayores, ya que no podía identificar a que sexo pertenecen o como se identificaban ellas, en los pies llevaba los llamados zapatos, ante los ojos de los mayores era una ofensa a la madre tierra, porque se veían grandes y pesados a diferencia de nuestras alpargates o pies descalzos,  las mujeres ya no cargaban las joyas más preciosas y costos por su significado y casi nunca se saca, durante nuestras vidas cotidianas los llevamos puestos.

Mis antepasados comentaban que es lamentable esta situación porque poco a poco las nuevas generaciones pretenden dejar de lado nuestras vestimentas, idiomas, culturas y tradiciones, esperamos que algún día tomen conciencia de lo que están haciendo, que sepa perdonarnos la pachamamita, porque con sus pies bien cubiertos ya no sienten cuando se siente dolida la madre tierra y otras veces lastiman a las granos caídos en el suelo, es decir cuando pisan un maicito se abra partido en mas de dos pedazos y esa persona ni cuenta se habrá dado cuenta. Al no sentir viva a nuestros granos y madre tierra hay peligro que se alejen de ella y ya no quieren respetar la naturaleza y con ello se pierde la esencia de vivir en armonía con todo lo que nos rodea sobre la faz de la tierra.

Mis mayores me explicaban cada cosa para que sirve y uno porque se debe vestir así, por ejemplo: una mujer casada pero joven se debe amarran la fachalina a su hombro derecho, lo que significa que es casada, a demás es la mano derecha para su esposo, por ello en los pedidos de la mano o ceremonias de matrimonio se debe colocar al lado derecho del novio a la novia. Cada momento de mi vida a sido para aprender mientras van pasando los años y entonces fui tomando conciencia y siempre tengo presente en mi mente que nunca dejaré mi forma de vestir a la manera tradicional, seguir alimentándome del campo de todo lo que me permita cultivar la Pachamama.

Gracias a la fundación tandana y sus voluntarios tengo la oportunidad de exponer “la vestimenta tradicional” esta actividad es lo más hermoso todos los presentes pueden escuchar historias y sus significados en la manera de vestir, cualquier persona que desee puede vestirse de indígena, lo que permite que lleve una experiencia extraordinaria dentro de sus recuerdos de viajes a Ecuador, y recuerden que aquí hay una cultura viva. Sería fantástico que ustedes visiten mi hogar, para aprender y conocerla riqueza cultural otavaleña. Yo me siento muy contenta de compartir historias porque para mí es volver a recordar los momentos mágicos que pase junto a mis mayores cuando era pequeña.

¡Mi cultura vive! No quiero terminar de contar mis historias, sin antes de presentar a mi maravillosa hija, “ACHIK” (significa Luz) apenas cumplió un año, en mes de junio del 2023. Ella se integra en todas las actividades cotidianas, aunque sea para destruir el trabajo realizado. Desde muy pequeñas nos integramos en todas las actividades del año, el vivir día a día permite conocer las costumbres, practicar tradiciones, respetar a la madre tierra y disfrutar de la naturaleza viva. Achik existe para seguir fortaleciendo la cultura indígena, en la que nace los sentimientos de runa en su corazón desde niña. Mi cultura continuará con mi hija, ella aprenderá sobre tradiciones, los costumbres, vistiéndose de indígena y así demostrando la cultura kichwa, que los apuks (dioses sagrados para nosotros como: la luna, el sol las montañas y todos los seres vivos de la naturaleza) iluminen su camino y le ayuden a adquirir la sabiduría necesaria, y espero que algún día ella pueda contrales esta historia como lo estoy haciendo yo ahora.

Escrito por: Margarita Fuerez

English

My Kichwa culture through the generations

The Kichwa community of El Panecillo is located 20 minutes from the city of Otavalo and has been inhabited mainly by indigenous people. I was born here more than 30 years ago. It is my favorite place because I have many memories here from childhood. When I was a child, I used to run through the green fields and its long roads. When I came close to the hill, I would find wild fruits, listen to the birds singing, and watch pretty baby birds in the nest. When my dad would go out with the animals to the field, I would run after him to help with the livestock, and it was then that he would take the opportunity to show me herbal medicine or he would help me reach wild fruits. My dad always taught me to take care of the animals, especially not to bother the little birds that live in the forest, because they are defenseless, just like plants, we should not pluck their pretty flowers.

The place where I lived was a small farm, that means we had a boss who owned it. In the month of July, we had the activity of harvesting corn and the whole family and neighbors joined in to help. Those days were very sunny and I felt very tired, but the boss always brought me candy to cheer me up since I was the only little girl. Since I was a child I learned to work hard in the fields with my family.

The boss always looked at me with admiration: “You are very small, but you work very hard. I like how you do it,” she would say and give me a dollar as a tip. (Because I was a child, she didn’t pay me a daily wage). Other times, I would sit next to her and she would start to observe my traditional clothes. She wondered what each item of clothing is called and why I wear it the way I wore it. When she finally reached my feet, she told me: “You have stronger feet than anyone else because you are always barefoot. And you never complain that they hurt or that the ground is too hot or that you don’t want to walk anymore.” Her words made me feel proud of everything that I am. Her words never made me feel less. After looking at my clothes, she told me: “Today, I will help with your school lesson,” and it was the multiplication table, “because I want to make sure that you are studying and paying attention to the teacher, because when you finish elementary school, you have to go to high school. It is very good because you are going to learn many new things and you are going to meet many teachers.”

The boss took my hands and said, “Make a fist! Look at your fists, look how very strong, do you know why they are strong? Because you eat from the field; for example, you eat corn, beans, quinoa, peas, cabbage, fresh vegetables from the garden,” and she named many more foods. She insisted, “You eat tasty, healthy and nutritious food, that’s why you are healthy, strong, and intelligent, you feed on the Pachamama. Not because you are runa (indigenous), you eat from the fields, but because you consider yourselves chidlren of Mother Earth. Keep eating well!”

The boss talked to me when I was taking off the umawatarina (rectangular black cloth with white borders, to tie on the head). “You look pretty with that, without the umawatarina your head will hurt because of the strong sun and if you take your fachalina (black cloth shawl) off, you will be cold in a short time because the sun is about to set. I put it back on quickly.

When there was a little time, she looked at me as I put on my anaco (black rectangular cloth that is used to cover from the waist to the ankle) and said “the faja should fit tight at the waist for you to have the strength to carry corn”! (A faja is like a long belt woven on a loom).  The boss tried to talk in Kichwa with the workers, although they did not communicate well due to the difficulty of the language barrier. Instead, they understood each other through signs. She secretly would ask me what a worker meant, sometimes I could explain and other times I couldn’t. So we would laugh or sometimes she would get angry when she was not in the mood. Here, I understood the importance of learning more languages ​​without forgetting my mother tongue.

The boss, an 80-year-old, and I, an 8-year-old, spent time with each other, and she would tell me how men and women dressed when she was a child. She told me that today they look different, perhaps they feel more comfortable, because they have improved their clothing with their designs, they have added some things, and removed other things. However, they continue maintaining their customs, traditions, languages, ​​and indigenous worldview. I would like the next generation to continue to maintain and learn ancestral knowledge. It is important for life, to live wisely and communicate with mother nature. She said this because together with my grandfather they planned the dates of planting, weeding, and harvesting. She reviewed her almanac while my grandfather estimated the good days by just looking at the mother moon, so they understood each other well.

The boss was an intimidating lady, but very respectful of the indigenous culture. She was one of the people who taught me to value my culture, my clothing, and our indigenous worldview. Since I was a child I was lucky to grow up with mestizo (mixed-race) friends, which helped me to become aware, so I continue practicing my culture with a lot of love and pride.

All her advice has been useful for when I had to go out to the city of Otavalo where I started studying. And when I had challenging situations, I always explained myself by saying that I am indigenous and that this is how people live in the countryside – I feel that the boss prepared me for life. So when I had to study at university in another, more distant city, I was never ashamed to carry my avío (a little food to satisfy hunger). I knew that carrying provisions was not for the poor but because it is customary of runas to calm hunger wherever you are and the most beautiful thing is to share with the people we know and meet.

Although the boss died at the age of 92, her son inherited the house/hacienda and to this day we continue to take care of the hacienda house for the owners who live in Quito. We have a very good friendship, although they do not force us to work like in the past. My family likes to plant in their fields and they let us keep the corn we harvest for the family, because now the length of the field is very short unlike in past years.

More than a century ago, new fashions arrived and with them it was our turn to acculturate, as we began to use caps instead of hats and umawatarina. The so-called hair ties replaced the ribbon (similar to a cord width). Young men and women dressed in sweaters, the women leaving aside the reboso (rectangular fabric of light blue or pink color that served as a bag) and for the men the poncho (square and thick fabric woven on a loom, with a hole in the middle through which the head is inserted, and covers the arms and torso). I could see the younger ones dressing in tight jeans and that was difficult for the older ones to understand, since they could not identify what sex they belonged to or how they identified themselves. On their feet, they wore shoes. In the eyes of the elders, it was an offense to Mother Earth, because they looked big and heavy unlike our espadrilles or bare feet. Women no longer wear the most precious and expensive jewelry because of its meaning, while traditionally it is almost never taken off, during our daily lives we wear it.

My ancestors commented that this situation is regrettable because little by little the new generations intend to put aside our clothing, languages, culture, and traditions. We hope that one day they become aware of what they are doing, and that pachamamita will forgive us, because with their feet well covered, they no longer feel when Mother Earth feels hurt. And other times they hurt the grains that have fallen on the ground, that is, when they step on a grain of corn, it splits into more than two pieces and no one will have noticed. By not feeling the aliveness of our grains and Mother Earth, there is a danger that they will distance themselves from it, and no longer want to respect nature, and with this they lose the essence of living in harmony with everything that surrounds us on the face of the earth.

My elders explained to me what each thing was for and why one should dress like that, for example: a married, but young woman, should tie her fachalina to her shoulder on the right side which means that she is married. She is also the right hand for her husband; therefore, in marriage proposals or marriage ceremonies, she must be standing on his right side. Every moment of my life has been about learning as the years go by and then I became aware, and I always have this in mind. I will never stop dressing in the traditional way, and will continue feeding myself from the field with everything that the Pachamama allows me to cultivate.

Thanks to The Tandana Foundation, and its volunteers, I have the opportunity to showcase “traditional clothing.” This activity is the most beautiful thing. Everyone present can listen to stories and the meanings of the way we dress. Anyone who wants can dress as an indigenous person, which allows them to have an extraordinary experience and create memories of the trip to Ecuador, and remember that there is a living culture here. It would be fantastic for you to visit my home, to learn and get to know its cultural wealth. I feel very happy to share stories because for me it allows me to again remember the magical moments I spent with my elders when I was little.

My culture lives! I do not want to finish telling my stories without first introducing my wonderful daughter, “Achik” (which means Light), who just turned one-year-old in June 2023. She is a part of all my daily activities, even if it affects my ability to get work done. From a very young age, we take part in all the activities of the year. Living day by day allows you to learn about customs, practice traditions, respect Mother Earth, and enjoy living in nature.

Achik exists to continue strengthening the indigenous culture, in which feelings are born in her runa heart since she was a child. My culture will continue with my daughter. She will learn about traditions, customs, dressing as an indigenous person and thus demonstrating the Kichwa culture. The Apuks (sacred gods for us that include: the moon, the sun, the mountains, and all living beings in nature) illuminate her path and help her acquire the necessary wisdom. And I hope that one day she can tell this story to you like I am doing now.

By Margarita Fuerez

Français

Ma culture Kichwa à travers les générations

La communauté kichwa d’El Panecillo est située à 20 minutes de la ville d’Otavalo et a été habitée principalement par des indigènes. Je suis née ici il y a plus de 30 ans. C’est mon endroit préféré car j’y ai de nombreux souvenirs d’enfance. Lorsque j’étais enfant, j’avais l’habitude de courir à travers le champ vert et ses longues routes. Lorsque je m’approchais de la colline, je trouvais des fruits sauvages, j’écoutais le chant des oiseaux et je regardais les jolis bébés oiseaux dans leur nid. Lorsque mon père sortait avec les animaux dans les champs, je courais après lui pour l’aider à s’occuper du bétail et c’est à ce moment-là qu’il profitait de l’occasion pour me montrer des herbes médicinales ou pour m’aider à trouver des fruits sauvages. Mon père m’a toujours appris à prendre soin des animaux, surtout à ne pas déranger les petits oiseaux qui vivent dans la forêt, parce qu’ils sont sans défense, tout comme les plantes, dont il ne faut pas cueillir les jolies fleurs.

L’endroit où je vivais était une petite ferme, c’est-à-dire que nous avions un patron qui en était le propriétaire. Au mois de juillet, nous récoltions le maïs et toute la famille et les voisins nous aidaient. Ces journées étaient très ensoleillées et je me sentais très fatiguée, mais le patron m’apportait toujours des bonbons pour me remonter le moral, car j’étais la seule petite fille. Depuis mon enfance, j’ai appris à travailler dur dans les champs avec ma famille.

La patronne me regardait toujours avec admiration : “Tu es toute petite, mais tu travailles très dur. J’aime votre façon de faire”, disait-elle en me donnant un dollar en guise de pourboire. (Comme j’étais enfant, elle ne me versait pas de salaire journalier). D’autres fois, je m’asseyais à côté d’elle et elle commençait à observer mes vêtements traditionnels. Elle se demandait comment s’appelait chaque vêtement et pourquoi je le portais de cette manière. Lorsqu’elle a finalement atteint mes pieds, elle m’a dit : « Tu as des pieds plus forts que n’importe qui d’autre parce que tu es toujours pieds nus ».

Et tu ne te plains jamais qu’ils te font mal, que le sol est trop chaud ou que tu ne veux plus marcher”. Ses mots m’ont rendu fière de tout ce que je suis. Ses mots ne m’ont jamais fait me sentir moins bien. Après avoir regardé mes vêtements, elle m’a dit : « Aujourd’hui, je vais t’aider à apprendre ta leçon », et il s’agissait de la table de multiplication, « parce que je veux m’assurer que tu étudies et que tu fais attention au professeur, parce que quand tu auras fini l’école primaire, tu devras aller au lycée. C’est très bien parce que tu vas apprendre beaucoup de choses nouvelles et que tu vas rencontrer beaucoup de professeurs ».

La patronne m’a pris les mains et m’a dit : “Faites un poing ! Regardez vos poings, regardez comme ils sont forts, savez-vous pourquoi ils sont forts ? Parce que vous vous nourrissez à partir du champ ; par exemple, vous mangez du maïs, des haricots, du quinoa, des pois, du chou, des légumes frais du jardin”, et elle a cité beaucoup d’autres aliments. Elle insiste : “Vous mangez des aliments savoureux, sains et nutritifs, c’est pourquoi vous êtes en bonne santé, forts et intelligents, vous vous nourrissez de la Pachamama. Ce n’est pas parce que vous êtes runa (indigènes), que vous mangez dans les champs, mais parce que vous vous considérez comme des enfants de la Terre Mère. Continuez à bien manger !

Le patron m’a parlé alors que j’enlevais l’umawatarina (étoffe rectangulaire noire avec des bords blancs, à nouer sur la tête). “Tu es jolie avec ça, sans l’umawatarina tu vas avoir mal à la tête à cause du soleil et si tu enlèves ta fachalina (châle en tissu noir), tu auras froid en peu de temps parce que le soleil est sur le point de se coucher. Je l’ai vite remise.

Quand j’ai eu un peu de temps, elle m’a regardé alors que je mettais mon anaco (tissu rectangulaire noir qui sert à couvrir de la taille à la cheville) et m’a dit : “la faja doit être bien ajustée à la taille pour que tu aies la force de porter du maïs” ! (Une faja est comme une longue ceinture tissée sur un métier à tisser).  Le patron a essayé de parler en kichwa avec les travailleurs, mais ils n’ont pas réussi à communiquer en raison de la barrière linguistique. Ils se comprenaient plutôt par signes. Elle me demandait secrètement ce que voulait dire un ouvrier, parfois je pouvais l’expliquer et d’autres fois je ne pouvais pas. Alors nous riions ou parfois elle se mettait en colère lorsqu’elle n’était pas d’humeur. C’est là que j’ai compris l’importance d’apprendre d’autres langues sans oublier ma langue maternelle.

La patronne, âgée de 80 ans, et moi, âgée de 8 ans, passions du temps ensemble, et elle me racontait comment les hommes et les femmes s’habillaient lorsqu’elle était enfant. Elle m’a dit qu’aujourd’hui, ils ont l’air différents, peut-être se sentent-ils plus à l’aise, parce qu’ils ont amélioré leurs vêtements avec leurs dessins, ils ont ajouté certaines choses et en ont enlevé d’autres. Cependant, ils continuent à maintenir leurs coutumes, leurs traditions, leurs langues et leur idéologie indigène. J’aimerais que la prochaine génération continue à maintenir et à apprendre les connaissances ancestrales. C’est important pour la vie, de vivre avec sagesse et de communiquer avec la mère nature. Elle a dit cela parce qu’avec mon grand-père, ils planifiaient les dates de plantation, de désherbage et de récolte. Elle consultait son almanach tandis que mon grand-père estimait les bons jours en regardant la lune mère, de sorte qu’ils se comprenaient bien.

La patronne était une femme intimidante, mais très respectueuse de la culture indigène. C’est elle qui m’a appris à valoriser ma culture, mes vêtements et notre vision du monde indigène. Depuis mon enfance, j’ai eu la chance de grandir avec des amis métis, ce qui m’a aidée à prendre conscience de la réalité, et je continue donc à pratiquer ma culture avec beaucoup d’amour et de fierté.

Tous ses conseils m’ont été utiles lorsque j’ai dû me rendre dans la ville d’Otavalo, où j’ai commencé mes études. Et lorsque j’ai été confrontée à des situations difficiles, je me suis toujours expliquée en disant que je suis indigène et que c’est ainsi que les gens vivent à la campagne – j’ai le sentiment que la patronne m’a préparée à la vie. Ainsi, lorsque j’ai dû étudier à l’université dans une autre ville, plus éloignée, je n’ai jamais eu honte d’emporter mon avío (un peu de nourriture pour calmer la faim). Je savais que ce n’était pas pour les pauvres, mais parce qu’il est de coutume chez les runas de calmer la faim où que l’on soit et que le plus beau, c’est de partager avec les gens que l’on connaît et que l’on rencontre.

Il y a plus d’un siècle, de nouvelles modes sont apparues et avec elles, c’était à notre tour de nous acculturer, puisque nous avons commencé à utiliser des casquettes à la place des chapeaux et des umawatarina. Les attaches de cheveux ont remplacé le ruban (semblable à une cordelette). Les jeunes hommes et les jeunes femmes s’habillent avec des pulls, les femmes laissant de côté le reboso (tissu rectangulaire de couleur bleu clair ou rose qui servait de sac) et pour les hommes le poncho (tissu carré et épais tissé sur un métier, avec un trou au milieu par lequel on introduit la tête, et qui couvre les bras et le torse). Je voyais les plus jeunes s’habiller avec des jeans serrés et c’était difficile à comprendre pour les plus âgés, qui ne pouvaient pas identifier le sexe auquel ils appartenaient ou comment ils s’identifiaient. Aux pieds, ils portaient des chaussures. Aux yeux des anciens, c’était une offense à la Terre Mère, car elles paraissaient grandes et lourdes, contrairement à nos espadrilles ou à nos pieds nus. Les femmes ne portent plus les bijoux les plus précieux et les plus coûteux en raison de leur signification, alors que traditionnellement, ils ne sont presque jamais enlevés, mais nous les portons dans notre vie quotidienne.

Mes ancêtres ont fait remarquer que cette situation est regrettable car, petit à petit, les nouvelles générations ont l’intention de mettre de côté nos vêtements, nos langues, notre culture et nos traditions. Nous espérons qu’un jour elles prendront conscience de ce qu’elles font, et que pachamamita nous pardonnera, car avec leurs pieds bien couverts, elles ne sentent plus quand la Terre Mère se sent blessée. Et d’autres fois, ils blessent les grains tombés sur le sol, c’est-à-dire que lorsqu’ils marchent sur un grain de maïs, celui-ci se divise en plus de deux morceaux et personne ne l’aura remarqué. En ne ressentant pas la vivacité de nos grains et de notre mère la Terre, ils risquent de s’en éloigner et de ne plus vouloir respecter la nature, perdant ainsi l’essence même de la vie en harmonie avec tout ce qui nous entoure sur la surface de la Terre.

Mes aînés m’ont expliqué à quoi servait chaque chose et pourquoi il fallait s’habiller ainsi. Par exemple : une jeune femme mariée doit attacher sa fachalina à son épaule du côté droit, ce qui signifie qu’elle est mariée. Elle est également la main droite de son mari ; par conséquent, lors des demandes en mariage ou des cérémonies de mariage, elle doit se tenir à sa droite. Chaque moment de ma vie a été un apprentissage au fil des années et une prise de conscience, et j’ai toujours cela à l’esprit. Je ne cesserai jamais de m’habiller de manière traditionnelle et je continuerai à me nourrir de tout ce que la Pachamama me permet de cultiver.

Grâce à la Fondation Tandana et à ses bénévoles, j’ai l’occasion de présenter des “vêtements traditionnels”. Cette activité est la plus belle chose qui soit. Toutes les personnes présentes peuvent écouter les histoires et les significations de la façon dont nous nous habillons. Tous ceux qui le souhaitent peuvent s’habiller en indigène, ce qui leur permet de vivre une expérience extraordinaire et de créer des souvenirs du voyage en Équateur, et de se rappeler qu’il existe ici une culture vivante. Ce serait fantastique pour vous de visiter ma maison, d’apprendre et de connaître sa richesse culturelle. Je suis très heureuse de partager des histoires parce que cela me permet de me rappeler les moments magiques que j’ai passés avec mes aînés quand j’étais petite.

Ma culture vit ! Je ne veux pas terminer mon récit sans vous présenter ma merveilleuse fille, “Achik” (qui signifie lumière), qui vient d’avoir un an en juin 2023. Elle fait partie de toutes mes activités quotidiennes, même si cela affecte ma capacité à travailler. Dès notre plus jeune âge, nous participons à toutes les activités de l’année. Vivre au jour le jour permet de connaître les coutumes, de pratiquer les traditions, de respecter la Terre mère et d’apprécier la vie dans la nature.

Achik existe pour continuer à renforcer la culture indigène, dans laquelle les sentiments naissent dans son cœur runa depuis qu’elle est enfant. Ma culture se poursuivra avec ma fille. Elle apprendra les traditions, les coutumes, à s’habiller comme une personne autochtone et à démontrer ainsi la culture Kichwa. Les Apuks (dieux sacrés pour nous qui comprennent : la lune, le soleil, les montagnes et tous les êtres vivants dans la nature) éclairent son chemin et l’aident à acquérir la sagesse nécessaire. Et j’espère qu’un jour elle pourra vous raconter cette histoire comme je le fais maintenant.

Par Margarita Fuerez

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